Muchas son las características de los hijos de Dios: esforzados, valientes, guerreros, fieles, agradecidos, dadores, misericordiosos, perdonadores; en fin, son cualidades que el Señor trabaja diariamente en la vida de hombres y mujeres que decidieron rendir su corazón a Él.
Otra de las características que Dios quiere que aprendamos y que ejecutemos es el ser conquistadores. Fuimos creados para conquistar lo que queremos, lo que nos pertenece, pero debemos creer que con la ayuda de nuestro Padre Celestial somos capaces de “arrebatar” esa bendición.
Cuando nos acostumbramos a las situaciones del diario vivir y nos quedamos esperando el milagro sin ser sagaces, entonces nos daremos cuenta que hemos perdido la conquista. “Quien vigila el viento, no siembra; quien contempla las nubes, no cosecha”. Eclesiastés 11:4.
Lo primero que debemos hacer es conquistar nuestra mente, es decir apoderarnos de ella y no permitir que los pensamientos negativos nos invadan y ocasionen el desanimo, la desesperanza, el miedo y todo aquello que se antepone a la conquista. La mente es un campo de batalla y diariamente debemos como guerreros ganar la pelea.
Lo segundo que debemos practicar es hablar con autoridad y convicción, sabiendo que lo que quiero para mi vida será alcanzado y finalmente debemos aprender a manejar los temperamentos. Somos creados para liderar, para alcanzar la cima y para conquistar territorios. Practiquemos no quedarnos de forma pasiva, al contrario debemos estar en movimiento, conquistando y logrando las metas propuestas.
Por Andreina Fersaca