Según la enciclopedia libre online, Wikipedia, padre “en un contexto biológico, es aquel ser vivo de sexo masculino que ha tenido descendencia directa”, o podemos decir que es aquel hombre que ha engendrado algún hijo, adoptado o emparentado con alguna mujer que ya tenía hijo y él se ha encargado de su crianza.
Padre Biológico: Se trata de ese padre de cuerpo, que es un ser imperfecto, quien debe tener la tarea de cuidar, preparar la mente y el corazón de sus hijos instruyéndolos en disciplina y temor de Dios, ésta ha sido la encomienda que Dios ha entregado a esos padres, sin embargo, muchos han fallado en esta tarea y ahora los hijos están pagando las consecuencias de no haber sido encaminados en la Palabra.
Hemos sido víctimas de padres maltratadores, no proveedores, abusivos, desleales y ausentes, en ocasiones venimos de familias disfuncionales donde la figura paterna no estuvo y en nuestra mente no existe este rol, y es allí donde radica el problema de ver a nuestro Dios como un Padre.
Padre Espiritual: Dice en Juan 1:12-13 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Dios es un Padre Eterno, aunque fallemos, erremos o caigamos, podemos estar seguros de que en su gran misericordia estará allí con nosotros y no nos abandonará.
Las fallas y las experiencias que hemos tenido con nuestro padre biológico nos pueden hacer creer que Dios es castigador, que si no cumplimos sus demandas, no somos aceptados, que si fallamos nos abandona, o que no somos importantes. Se trata de una distorsión, porque creemos que como nuestros padres nos juzgaron y condenaron, así será Dios, nos cuesta creer que el amor de Cristo no está condicionado.
Padre del Alma: Los ministros de Dios son los padres que nos cubren en oración y nos dan un consejo apropiado en el momento de la tribulación. Esos líderes en Cristo son los que nos guían y nos protegen en todo momento. “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. Hebreos 13:17.
Por Andreina Fersaca