Para los que conocen la grandeza y la bondad de Dios y desean imitar plenamente con su vida a Cristo, su gran pasión y deseo debe ser obedecer a Dios.
La obediencia es activa no pasiva. Esto significa llevar una vida de gozo, pues sabemos con certeza qué es lo verdadero, justo y bueno. Es seguir al Señor todos los días, diciendo y haciendo lo que Jesús diría y haría si viviera en nuestro lugar.
La obediencia es el sometimiento completo a los deseos que Dios tiene para nosotros. De hecho, nuestra obediencia es la máxima expresión de adoración y servicio.
Proverbios 21:3 dice “Practica la rectitud y la justicia, pues Dios prefiere eso a los sacrificios”.
Los cristianos deben expresan su deseo de obedecer a Dios en estas tres áreas:
1.- Anhelo sincero por conocer la Biblia
La Palabra de Dios es absoluta y permanece siempre igual, es la brújula que nos va a dirigir a hacer lo correcto. Al estudiar y conocer la Biblia ella será lumbrera a nuestro camino, por lo cual no tropezaremos jamás. Josué 24:24 “Y el pueblo respondió: —Nosotros serviremos al Señor nuestro Dios, y haremos lo que él nos diga”.
2- Pasión por vivir en integridad
Esto significa apartarse del pecado y hacer lo que es santo y agradable delante de Dios, en todo lugar y en todo tiempo.
“¡Ustedes, los que aman al Señor, odien el mal! Él protege la vida de sus justos y los rescata del poder de los perversos”. Salmos 97:10 NTV
3- Deseo por recibir a diario la dirección del Señor
Una vida inclinada a la obediencia tiene un deseo profundo de recibir la dirección del Espíritu Santo. Obedecer es «andar en sus caminos», paso a paso, confiando que Dios nos dirige y nos corrige tan pronto cometemos un error. Debemos observar lo que Dios está haciendo a nuestro alrededor y preguntarle todos los días,» Señor, ¿Cuál es tu voluntad?»
“Muéstrame la senda correcta, oh Señor; señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza». Salmos 25:4-5 NTV
Mientras más estudiamos y meditamos en la Palabra de Dios, mayor será nuestro entendimiento de la justicia y de cómo el Espíritu Santo obra en nosotros para que hagamos la voluntad de Dios. Cuanto más confiamos en el Espíritu Santo, más Él nos recuerda la Palabra de Dios y nos guía en justicia. Cuánto más deseamos ser justo delante del Padre, más vamos a querer leer su Palabra y escuchar su voz.
Y no olvides pedirle al Señor cada día que te ayude a ver la belleza de la Palabra de Dios, para que, con la ayuda del Espíritu Santo, puedas atesorarla y obedecerla tal y como Jesús lo hizo en Su camino hacia la cruz.
Por Rossmary Valladares
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