La actitud con que asumimos las adversidades diarias determina la manera como reaccionamos. Ante una ofensa podemos estar respondiendo con enojo o ira, ante una amenaza o un desafío con temor o desconfianza. Nuestras emociones juegan un papel importante en los momentos más críticos de la vida.
El optimismo repele el temor y nuestra confianza en Dios nos da seguridad. Por eso David, en medio de esa crisis que podía significar muerte, no se dejó derrotar por el temor, sino que hizo una fuerte afirmación de confianza en Dios: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?» Salmo 27:1-4. Esta afirmación sólo la podemos hacer si nuestra relación personal con Dios está bien cimentada y le conocemos. Entenderemos que Él es la luz que disipa las tinieblas, es la salvación que da la victoria sobre las fuerzas en contra, es el refugio y fortaleza cuando nos sentimos inseguros.
Nuestra fe debe permitirnos controlar las emociones y mantenernos seguros cuando le buscamos por quién es Él, y desarrollar confianza: “yo estaré confiado”. Los que queremos vivir piadosamente en Cristo siempre sufriremos persecuciones que pueden ser externas, internas y de carácter espiritual, pues como dice Efesios 6:12 nuestra lucha es contra principados, contra autoridades, contra los gobernadores de las tinieblas y espíritus de maldad. No importa de dónde venga la adversidad el mensaje es claro, bajo la protección de Dios no debemos temer.
David tiene una declaración de propósito bien definida que debería ser también nuestra declaración: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”.
Permanecer en comunión con Cristo nos garantiza experimentar y contemplar su hermosura, su santidad, su gracia, su misericordia, su verdad, su justicia, su eterno amor y su protección. Sólo en su presencia podemos recibir la dirección que necesitamos, la salvación y victoria sobre las adversidades, la confusión y tropiezo para los que nos persiguen, la confianza cuando nos enfrentamos a grandes desafíos. Coloquemos nuestra mirada en su grandeza para alabarlo y adorarlo. Recordemos que Dios es más grande que cualquier problema, más poderoso que cualquier desafío.
Por Andreina Fersaca