Confía con todo tu corazón en el Dios de los milagros

Dios obra a través de la fe, y si creemos podemos ver a un Dios milagroso, hacedor de caminos, que a pesar de que exista cualquier elemento que adverse lo que queremos, Él hace lo imposible para hacer el milagro que estamos necesitando. Dice la Palabra en Marcos 2:5 que al ver Jesús la fe de ellos, Él perdono los pecados e hizo caminar al paralitico.

En 2 Reyes 4:18 vemos la historia de una mujer que se levantó en medio de su dolor y tuvo una fe violenta, no descansó hasta ver materializado su milagro. “Y dijo a su padre: !!Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió”.

Esta mujer vio morir a su hijo y en medio de la impotencia, el dolor y la angustia se levantó y pidió la llevasen a buscar a un varón de Dios, a ese hombre que ella sabía podría ayudarla a interceder ante Dios para que le regresara a su hijo, es decir ella tenía la certeza de que Dios tenía el poder de resucitar a su pequeño.

Deja de lado la pasividad

La Palabra dice que cuando la sunamita observó al varón de Dios le pidió que la acompañara a ver a su hijo, aunque este le dijo que le enviaría a su criado, ella insistió en que Él debía ir, y así ocurrió. Cada uno de nosotros debemos asumir esta posición activa de fe, es decir no ser pasivo antes las adversidades, sino insistir en el milagro, hasta verlo hecho.

“Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo”.

Aunque en el mundo tendremos aflicciones, Dios ha prometido que Él vence cualquier adversidad que estemos pasando. La oración hecha con fe tiene un poder especial, activa las bendiciones y toca el corazón de Dios.

Por Andreina Fersaca

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