Involucrarse y comprometerse son palabras que tiene que ver con el amor y el sacrificio. Tienen que ver con lealtad, disposición de dar y de tener un vínculo cercano e irrompible con alguien. Así mismo debe ser nuestra relación con Dios; cuando nos comprometemos con Él nuestra vida comienza a cambiar.
Día a día es necesario meditar en qué tan fuerte es la relación que tenemos con Dios y de qué tamaño en el compromiso que tenemos con nuestro Padre Celestial. Él no puede construir algo nuevo en alguien si esa persona no está comprometida con Él.
Ese compromiso con Dios es sacrificial, porque debemos dejar de hacer nuestra voluntad y permitir que Él obre libremente en nuestras vidas, tal vez nos duelan los cambios, o nos guste, pero la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta.
Cuando te comprometes con Dios, entonces Él se compromete contigo, no se trata de algo emocional y fluctuante se trata de un verdadero amor hacia nuestro Padre.
- El compromiso se descubre en medio de las adversidades
- Las luchas fortalecen la determinación
- El compromiso no depende de los dones y las habilidades
- El compromiso viene como resultado de una decisión, no de una condición
- El compromiso perdura cuando los valores lo sustentan
“Y esfuércense por cumplir fielmente el mandamiento y la ley que les ordenó Moisés, siervo del Señor: amen al Señor su Dios, condúzcanse de acuerdo con su voluntad, obedezcan sus mandamientos, manténganse unidos firmemente a él y sírvanle de todo corazón y con todo su ser”. Josué 22:5
Por Andreina Fersaca