Una de las emociones más destructivas que experimentamos en algunos momentos de la vida y que es opuesta a la fe es el temor. La ansiedad, el estrés, las preocupaciones pueden acabar con la esperanza, nublar la verdad y mantener cautivo nuestro futuro. El temor se define como una anticipación emocional e intelectual de ser lastimado o dañado, es sentir que algo va a salir mal.
El Señor ha esparcido generosamente aliento contra el temor a través de la Biblia, comenzando desde el libro del Génesis hasta el libro de Apocalipsis, Dios nos dice “No temas”. En Isaías 41:10 el Señor nos alienta “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
En el Salmo 56:11, el salmista escribe, “En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?” Este es un maravilloso testimonio en el que David nos dice, a pesar de lo que suceda en Él confiaré, porque reconoce y entiende su poder; se trata de tener la certeza y la plena confianza de acudir a Él aún en los momentos más oscuros, pero esta confianza procede de conocerle, de estudiar y nutrirse diariamente de su palabra, así cuando el temor quiera entrar a tu vida estarás protegido contra esta gran mentira.
Si tal vez algún temor ha querido instalarse en tu mente como: el miedo a morir, a enfermarte, a la vejez, a los accidentes, a la escasez, tienes que levantar otro pensamiento de fe, amor, perdón, paz, cuidado y misericordia de Dios a tu vida.
Una vez que aprendemos a poner nuestra confianza en Dios, ya no tendremos temor de las cosas que vengan contra nosotros. Diremos como el salmista: “…alégrense todos los que en Ti confían. Den voces de júbilo para siempre, porque Tú los defiendes. En Ti se regocijen los que aman Tu nombre” (Salmo 5:11).
Por Rossmary Valladares