Cómo evitar caer en la envidia y los celos

Envidia

La envidia se le conoce como un sentimiento de molestia por el bien ajeno o el disgusto por presenciar la prosperidad de otros. También se le define como el deseo desordenado de poseer lo que otros tienen. Así como gran tristeza o pesar ante el bien de otros y alegría frente a sus contratiempos. Por su parte, los celos se definen como un estado afectivo ambivalente caracterizado por el temor a perder la estima de una persona.

Sin duda, la envidia y celos pueden hacer a una persona comportarse de modo irracional y rudo; a veces hasta inmanejable. La envidia hizo que José fuera vendido como esclavo. Lo odiaban porque era el preferido de su padre y lo amaba mucho.

Los celos y la envidia son rasgos de personas inseguras, que aún no conocen su propio merecimiento y valor como individuos únicos, este tipo de personas se encuentran compitiendo constantemente con cualquiera que parezca tener éxito y le vaya bien. Estos comportamientos son desgastantes y hace infelices a aquellos que hacen todo por competir o tratar de sobresalir.

En el texto bíblico de Lucas 22 hallamos a los discípulos discutiendo acerca de cuál de ellos era mayor. Jesús les respondió que el mayor sería en realidad el que estuviera dispuesto a considerarse el menor o a ser su sirviente. Nuestro Jesús pasó gran parte de su tiempo tratando de enseñar a los discípulos de que la vida en el Reino de Dios es por lo regular lo diametralmente opuesto al modo del mundo o la carne.

Según las costumbres del mundo, el mejor lugar para estar es delante de los demás. Esto te hará ser reconocido, aceptado y halagado por muchas personas; haciendo crecer el ego. Como diría un pensamiento popular que debemos tratar de llegar a la cima sin importar a quien lastimamos en el camino hacia arriba.

En la Palabra de Dios podemos encontrar una enseñanza sobre esto: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Tito 3:3-5

Cuando tenemos a Cristo en nuestro corazón no debe haber espacios para los celos o la envidia, ya que por medio de su obra en nosotros hemos sido transformados para dar testimonio de su poder en nosotros. “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros”. Gálatas 5:26

Cuando sientas que algunos de estos sentimientos quieran entrar a tu vida, recuerda:

– Los celos y la envidia son tormentos del infierno.

– El ascenso para el creyente viene de Dios y no del hombre.

– Dios te dará el favor con Él y con otros si haces las cosas a Su modo.

– Dios no se equivocó al crearte, eres único, con características especiales, capaz de superarte y reflejar la luz de Cristo.

Por Rossmary Valladares

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