Juan Soto y Víctor Robles en cada uno de sus juegos de béisbol entran a la cancha y se colocan de rodillas, esta es una acción de rendición a Dios, justo en ese lugar y en común acuerdo cierran sus ojos y elevan una oración al Señor. El propósito es entregar todo cuanto son y lo que hacen a aquel que es digno de adoración, y así están siendo reconocidos a nivel internacional, como unos atletas de fe.
Ellos pertenecen a los Nacionales de Washington y justo en esta fecha están jugando la temporada de la Serie Mundial de Béisbol. En el caso de Juan Soto, es un jardinero profesional dominicano, quien glorifica a Dios es cada una de sus victorias con el equipo. A través de sus redes sociales comúnmente escribe versículos bíblicos y la siguiente frase: “Para ti mi Dios sea la gloria”. Recientemente refirió: “humíllense delante del señor, y El los enaltecerá. Santiago 4:10″.
En una de las entrevistas realizadas por diferentes medios de comunicación, Soto manifestó que jamás pensó llegar a ser un atleta tan talentoso y jugar béisbol tal y como lo hace, aseguró que esto es una bendición de Dios.
Su compañero Víctor Robles, también dominicano, acompaña a Soto en cada oración y también ha sido un ejemplo a seguir de fe, tomando en cuenta que recientemente se recuperó de una lesión. En sus redes sociales escribió: “Gracias señor por permitirme terminar esta primera mitad lleno de salud, gracias por las altas y bajas porque me hicieron más fuerte para venir firme para esta segunda mitad, sé que tienes el control padre. A ti sea la gloria”.
Por su parte, Anthony Michael Rendon es un tercera base de béisbol estadounidense para los Washington Nationals, quien también decidió seguir a Cristo y glorificar su nombre. “Quiero ser conocido como un jugador de béisbol cristiano y todavía estoy tratando de convertirme en eso. Pero al final, quiero ser más cristiano que jugador de béisbol. Si solo trato de permanecer en la Palabra y trato de rodearme de buenas personas y tener una buena comunidad, creo que eso me guiará en ese camino”, dijo Rendon.
Por Andreina Fersaca
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