Algunos piensan que el trabajo es un castigo de parte de Dios, o porque no les gusta trabajar y otros por el contexto de Génesis 3:17 donde Dios le dice a Adán, luego de haber pecado al comer la fruta prohibida, que se ganará el pan con el sudor de su frente y maldijo la tierra por su culpa. La realidad es que el hombre trabajaba antes de ese pecado y está en Génesis 1:28 “y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo», lo que quiere decir que el trabajo lo puso el Señor en un principio.
El trabajo es una bendición, vemos en las escrituras en distintos pasajes lo provechoso que es cualquier labor y Dios da el primer ejemplo en Juan 5:17 “Mi padre aún hoy está trabajando, y yo también trabajo”. Nos preguntamos entonces: ¿si Dios trabaja en todo momento, por qué nosotros sus hijos no podemos trabajar?
En 2 tesalonicenses 3:10 dice: “Porque, incluso cuando estuvimos con ustedes, les ordenamos: «El que no quiera trabajar, que tampoco coma” y vemos también en Proverbios 10:2 “El dinero mal habido no aprovecha; la honradez salva de la muerte”, lo que quiere decir que a Dios no le agrada el dinero fácil, para obtenerlo hay que trabajar fuertemente y sin pereza, porque el flojo termina siendo un esclavo. Proverbios 12:24 “El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado”.
Los que trabajan con amor y dedicación se ganan el respeto y la admiración de las personas, pero debemos servir de buena gana, dar lo mejor de cada uno de nosotros y así Dios recompensará el esfuerzo. Muchos ven el trabajo como una carga y en medio de esa labor prevalece la queja, la amargura, la rabia, desmotivación y otros sentimientos que nos limitan el poder trabajar con entrega.
¿Qué debo hacer para disfrutar mi trabajo?
- Dar gracias a Dios por el trabajo. Muchos buscan desesperadamente sentirse útiles, mientras que otros tienen un empleo lleno de bendiciones. Agradezcamos al Señor.
- Si trabajas disfrutarás el empleo, al final del día podrás sentirte satisfecho de ser productivo en lo que haces.
- Saber que Dios está con nosotros. La presencia de Dios nos dará el éxito que esperamos en el trabajo. En Génesis 39: 2 dice “Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio”. José fue prospero porque sabía que Dios estaba con él en ese lugar.
- Ser proactivo. Muchas veces no somos útiles o al final del día no logramos aportar nada en nuestro trabajo producto de la queja, el chisme y la murmuración.
- Trabajar como para Dios. Si nosotros todo lo que realizamos lo hacemos como para Dios entonces nos irá bien. Él recompensará la labor de tus manos y es Él quien paga. Finalmente es Dios quien es nuestro jefe y determina nuestro salario.
- Hacer lo que nos toca y también la milla extra. Muchas veces no queremos dar más de lo que nos piden, pero vemos en Mateo 5: 41 “Si alguien te obliga a llevar a cabo la carga un kilómetro, llévasela dos”. Debemos aportar más en nuestro trabajo y demostrar una capación de servicio sin condiciones. Aunque a veces no lo valoren, Dios está viendo tu obediencia y es a Él a quien servimos.
- Somos Sacerdotes y Profetas. Estamos llamados a interceder por nuestros trabajos y a declarar vida. Es importante orar por la empresa, el jefe, los compañeros de trabajo y el pago. Declaremos palabras de bendiciones y no participemos de la negatividad.
Recuerda que si somos fieles en lo poco, Dios te pondrá en lo mucho, pero es importante empezar a pedir perdón por el lenguaje de la queja, porque el Señor nos regalo vida para trabajar y ser productivos. La Biblia dice que de los 7 días de la semana, se hizo 1 para descansar, es decir que el trabajo es más importante que el descanso. ¡Anímate! y sigue adelante.
Por Andreina Fersaca.