En la vida de cada cristiano debe existir una confianza plena en Dios, creer en cada una de sus promesas, porque de eso se trata la fe, en tener la certeza de que lo que dice nuestro Padre Celestial lo cumplirá así no lo estemos viendo. Lo que el Señor nos exige es que nos acerquemos a él confiadamente para obrar en nuestras vidas.
· Fe creadora: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Hebreos 11:3. La fe tiene la capacidad de ver lo que no percibe a la vista, de eso se trata de creer que Dios nos dotó de la misma naturaleza que él.
· Fe por medio de la Palabra: Es importante que cada creyente no solamente reciba la Palabra de Dios, sino que la haga rhema en su vida, si realmente cree en lo que dicen las escrituras y lo que el Señor le ha dicho, entonces recibirá el milagro. Tiene que ver con apropiarse de esa Palabra y creerla hasta volverla realidad aún sin verla.
· Fe para sanar el alma: La sanidad interior es una de las áreas imprescindible en nuestras vidas, solamente Dios puede sanar esas heridas que están profundas y que no las curas ningún un hombre, ni nosotros mismos. Se necesita un grado de fe especial para creer que Dios es el único capaz de llegar a esa sanidad interior. “El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”. Proverbios 15:13
· Fe para ofrendar: El tema de los diezmos y las ofrendas debe tratarse con fe, porque así debe manejarse las finanzas, en creer que Dios tiene el control de todas las cosas siempre y cuando cumplamos sus mandamientos. En la Biblia hay un ejemplo tácito de la ofrenda como es el caso de Caín y Abel, este último entrego a Dios una ofrenda con un corazón puro y desinteresado, esta fue la ofrenda que Dios tomó en cuenta y que multiplicó. “Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas. Tus graneros se saturarán de trigo, y tus lagares rebosarán de vino”. Proverbios 3:9-10
· Fe para sanidad física: Esta fe es la que lleva a otro nivel, es tener la completa convicción de que a pesar de la enfermedad que estás padeciendo, el dolor que puedas estar sintiendo, Dios es el único que puede sanarte. Se trata de creer confiadamente en que esa sanidad física puede llegar a tu vida gracias a que Jesucristo se sacrificó por ti en la Cruz del Calvario y que por su sangre derramada ahora debes ser sano. “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:4-5
Por Andreina Fersaca