Los días en que la desesperanza te arropa, en los que sientes que las fuerzas se acaban y en tus pensamientos solo revolotean momentos de dificultad que a simple vista no tienen solución, es justo en ese instante cuando necesitamos un aliento de vida, vivir nuestra fe para seguir adelante y dejar de lado ese sentimiento de derrota.
Dios es el único que nos puede dar ese aliento a través de su Palabra, ella es la fuente de alegría, ánimo y fuerza para levantarnos y seguir adelante. En días como estos es cuando la fe decae, pero está en nosotros entrar en oración con nuestro Padre Celestial y pedirme que sople vida sobre nosotros.
En Habacuc 3: 17-18 dice: “Aunque la higuera no florecerá, Ni en las vides habrá frutos; Mentirá la obra de la oliva, Y los labrados no darán mantenimiento. Y las ovejas serán quitadas de la majada, Y no habrá vacas en los corrales; con todo yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salud”. Justo en esta palabra debemos reflexionar, se trata de la fidelidad de nosotros como hijos, de no desviar la mirada del Eterno a pesar de las dificultades, sabiendo que, aunque la prueba es grande, la alegría debe prevalecer en el Señor.
La fe se alimenta de la Palabra de Dios y solamente podemos experimentar esa dependencia del Señor cuando decidimos vivir en comunión con Él. Es necesario permanecer leyendo la Biblia, meditando en ella y sobre todo en constante oración, de esta manera esa Palabra se revelará a nuestras vidas y empezaremos a caminar creyendo en el Poder de nuestro Padre Celestial.
Job fue un hombre de Dios que experimento muchas pruebas difíciles, vivió momentos muy duros llenos de desesperanzas, pero él es una muestra de perseverancia y fidelidad al Señor, en medio de las adversidades él sabía que su Padre Celestial estaba con él. “Porque mientras haya vida en mí, y el aliento de Dios esté en mis narices”. Job 27:3
Por Andreina Fersaca