Lilly Goodman, una de las intérpretes más respetadas de la música cristiana, quien, además, ha sorprendido con su inigualable voz y apasionante trayectoria artística, continúa impactando con su álbum «Cielo». Asimismo, la nominada al LATIN GRAMMY® anuncia el estreno del video musical de «Aleluya», uno de los temas que lo conforman y en el que colabora con el cantautor brasileño y también nominado, Eli Soares.
Una serie de vivencias personales muy difíciles, más el regalo de la esperanza y su entendimiento en que el tiempo indicado brinda nuevas oportunidades, fueron los factores claves que inspiraron a Lilly Goodman para iniciar y culminar su más reciente producción.
«Tras una temporada de estrés crónico y agotamiento, el cielo, literalmente había respirado y cantado vida sobre mí, y eso mismo quería proveer; canciones que pudieran ser parte del día a día de las personas y que crearan un espacio para que conectaran con la voz de Dios», explica Lilly sobre el ferviente deseo de proveer letras con mensajes profundos, pero con un lenguaje simple que combinara con diversos sonidos frescos y minimalistas.
«Cuatro años atrás, empecé a sentir la inspiración para realizar este proyecto, pero no tenía idea de cuándo lo haría. Sentía que debía escribir canciones con un toque congregacional, pero con los estilos variados que me gustan y me caracterizan», relata Goodman. Al compartir la idea con su productor, el guatemalteco Leslie Johnson, comenzaron a componer y, juntos, encontraron una conexión mental, espiritual y musical muy especial que, aseguran, fue orquestada por Dios.
Posteriormente, a finales de 2019, mientras la cantautora dominicana leía el libro de Apocalipsis, capítulo 4, se fue clarificando en su corazón lo que debía comunicar, y, finalmente, nació el concepto de «Cielo».
A pesar de la naturalidad con la que todo se iba dando, mientras Lilly y su equipo ejecutaban el proyecto en febrero de 2020, la enfermedad del COVID-19 afectó al mundo entero, lo que los llevó a concluir la edición, mezcla y masterización a distancia. Afortunadamente, la grabación se terminó justo antes de que se cerrara la ciudad de Dallas, donde trabajaban el mismo. «Es increíble ver que cuatro años atrás, en los planes de Dios ya estaban estas canciones que el pueblo necesitaría para enfrentar lo que estamos atravesando».
Por consiguiente, surgieron 13 temas musicales. Entre ellos, «Aleluya», el cual nació de forma espontánea, a raíz de tan solo una progresión de acordes y la improvisación de la melodía durante una sesión de composición junto a Leslie y Daniel Fraire, director musical de Lilly Goodman. El mismo se transformó en una canción en la que se puede destacar la musicalidad con detalle; reflejando un estilo con influencias góspel y soul, que incluye la participación de un coro con un papel estelar. «Es muy interesante, porque comienza en un ambiente íntimo y termina en una experiencia colectiva».
De forma inmediata, Lilly supo que invitaría a Eli Soares a colaborar en ella debido a su trasfondo, y porque ambos tenían ese respeto y admiración mutua, además de un lazo espiritual y de hermandad. Siendo su primera colaboración con un intérprete de Brasil, describe, «Eli es uno de los seres más sencillos que conozco. Su talento como intérprete es maravilloso, pero su persona lo es aún más».
«Mi intención es que este tema nos motive a no reservar nuestra alabanza para los servicios de la iglesia o las noches de adoración, sino que podamos ser un altar de alabanza, adoración y exaltación en el supermercado, en el banco, de camino al trabajo y dondequiera que nos encontremos», comparte la reconocida cantautora dominicana.
A pesar de que el proyecto fue lanzado en el primer bimestre del presente año, su experiencia atemporal les permitió continuar con el desarrollo de la canción y grabar el video musical, filmado en Santo Domingo, República Dominicana. La producción videográfica estuvo a cargo de la compañía «All Starz», dirigida por Danny Veras.
La historia tomó lugar en un supermercado, uno de los lugares con más asistencia y frecuencia. Esto, como un recordatorio de que en los lugares menos inesperados es donde se encuentran destellos de este amor divino. «Al final, todos los involucrados en este intercambio de amor, tanto quienes lo ofrecieron como aquellos que lo recibieron, se unen a una voz adorando y cantando ‘Aleluya’ a nuestro Padre Salvador».