Mantener una vida enfocada en Dios puede parecer una tarea difícil con todas las distracciones que hay a nuestro alrededor. La familia, el trabajo, los pasatiempos son algunas de las cosas que pueden distraer a las personas de su caminar con Dios. Favorablemente, puedes aprender a vivir con la mirada en Dios sin olvidar tus otras responsabilidades. Lo importante es darle el primer lugar a tu relación con Dios, pasar tiempo con Dios cada día y viviendo de acuerdo con los principios de su Palabra.
En este devocional compartimos contigo 6 pasos que te ayudarán a vivir una vida enfocada en el Dios eterno:
1.- Alaba a Dios:
Fuimos creados para alabar a Dios en todo tiempo. El salmo 47:1-9 nos invita a exaltar a Dios, el Rey de toda la tierra. «Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo. Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey grande sobre toda la tierra».
Existen muchas maneras de alabar a Dios. Sin embargo, Dios busca adoradores, que le adoren en espíritu y en verdad. Al alabar a Dios nos debemos enfocar en describir, agradecer y reconocer al Señor y sus obras. ¡Solo Él es digno de alabanza!
2.- Ora con constancia:
Una vida enfocada en Dios es una vida que tiene una oración constante. Jesús enseñó a sus discípulos a orar siempre, sin desanimarse. A Dios puedes hablarle en cualquier lugar y a cualquier hora, no solo en la iglesia o en los tiempos de oración establecidos. ¡Él está listo para escucharte en todo tiempo!
3.- Humíllate:
La humildad no es algo que te ocurre sino que es algo que tienes que practicar tú mismo. En vez de exaltarte, tienes que «humillarte» y Dios promete que Él te exaltará (Lucas 18:14).
Si nos comparamos con los demás, puede que nos volvamos como el fariseo del pasaje de Lucas 18 9:14 y acabemos dando gracias a Dios por no ser como la otra gente: «ladrones, malhechores, adúlteros» (Lucas 18:11). El fariseo «confiaba en sí mismo y se creía justo». Cayó en la trampa de confiar en su propia santidad. Si nuestras vidas están verdaderamente enfocadas en Dios, nos comparamos con Él y todo lo que podemos decir es: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» como exclamó el publicano. Pues la verdad es que todos somos pecadores y todos necesitamos la misericordia de Dios.
4.- Sé como un niño:
Fue el mismo Jesús quien nos enseñó que debemos considerar a los niños como un ejemplo. En el Nuevo Testamento se registra su respuesta cuando sus apóstoles discutían acerca de quién era el mayor en el reino de los cielos. Jesús respondió a su pregunta con una pequeña, pero práctica lección. Llamó a un pequeñito, lo colocó en medio de ellos y dijo: “…si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”, Mateo 18:3–4.
De los niños debemos aprender que están llenos de fe, son ejemplos de humildad, obediencia y amor. A menudo son los primeros en amar y los primeros en perdonar.
5.- Sigue a Jesús:
Seguir a Cristo verdaderamente significa que Él se ha convertido en todo para nosotros. Jesús dijo en Lucas 9:23, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Seguir a Jesús significa esforzarse en ser como Él. Él siempre obedeció a Su Padre, por tanto, esto es lo que nos debemos esforzar por hacer todos los días.
6.- Sirve a Dios:
Toda la vida Jesús se centró en servir a Dios, enseñando, sanando y proclamando el Reino (Mateo 4:23). Él «no vino a ser servido, sino a servir» (Mateo 20:28). Si Jesús es nuestro mayor ejemplo de vida e hizo todo por servir, y Dios quiere hacernos como él, entonces es importante que todos sus hijos sirvan en su obra con amor y humildad, esto nos hará vivir enfocados solo en Él.
Por Rossmary Valladares
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