El libro de los Salmos nos ofrece grandiosos versículos de oraciones de la vida real, en el que podemos encontrar fortaleza, esperanza y paz. Son muchas las situaciones a las que nos enfrentamos diariamente, pero podemos elegir su palabra para atesorarla en nuestra mente y corazón, creyendo que Él está con nosotros y nos fortalece sea cual sea la situación.
Las verdades del Señor nunca cambian, y a menudo, cuando enfrentamos tiempos difíciles, puede parecer más fácil quejarse de todo que ofrecer alabanzas a Dios. Estos 5 Salmos nos recuerdan todo lo que podemos agradecer y la fortaleza que podemos encontrar a través de su Palabra.
Salmo 23:
1-4 Jehová es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmo 31:
1-3 En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia. Inclina a mi tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás.
Salmo 46:
1-3 Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.
Salmo 91:
1-4 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus salas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad.
Salmo 144:
1- 2 Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra; misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
Por Rossmary Valladares