5 maneras de agradar a Dios

Agradar a Dios

Tal vez te has preguntado ¿cómo puedo agradar a Dios? Agradar a Dios es una decisión personal, debe ser una determinación profunda en cada corazón para hacer lo que al Señor le agrada y para eso necesitamos vivir conectados a él. Solos no lo podemos hacer, necesitamos del Espíritu Santo para hacer lo agradable y correcto. Oremos al Señor para que nos ayude a vivir nuestros días agradándole en todas las cosas.

A la luz de la Palabra podemos encontrar 5 maneras de lo que podemos hacer para agradar a nuestro Dios:

1.- Alaba al Señor:

Cuando alabamos a Dios estamos reconociendo que sólo Él es digno de nuestra alabanza y adoración, a través de la alabanza reconocemos sus maravillas. También le alabamos como un acto de agradecimiento, pero también es un arma poderosa para cuando estamos en luchas y dificultades. Cuando estés en tristeza o alegría, cuando estás bien o mal, alaba al Señor y deléitate en el gozo que produce alabar su nombre.

“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”. Hechos 16:25-26

2.- Vive en la luz:

Como hijos de Dios estamos llamados a ser faros de luz que van iluminando a los demás. Somos luz del Señor, por lo tanto debemos vivir como hijos de luz. La luz produce buenos frutos: amor, bondad, justicia, paz, verdad. Estas son maneras de agradar a Dios. La luz representa el conocimiento de Dios y de la vida de Dios. En cambio, la oscuridad es ignorancia en cuanto a Dios y la muerte espiritual que esto conlleva. Al vivir en luz estamos mostrando nuestro testimonio en palabra y obra.

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5: 13-16

3.- Aprovecha el tiempo:

El tiempo es uno de los recursos más valiosos. Puedes encontrar más dinero pero no puedes conseguir más tiempo. Pablo escribió: “Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos”. Por lo tanto, no desperdicies tu vida, la vida es breve, vive y aprovecha al máximo cada segundo que Dios te regala.

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios”. Efesios 5:15

4.- Sé lleno del Espíritu:

Una gran pregunta que muchas personas se hacen es ¿cómo ser llenos del Espíritu Santo? Lo primero que hay que admitir es que hay un Espíritu Santo, y que el Espíritu Santo te desea celosamente. Él quiere que estés lleno de Él. Ser lleno del Espíritu Santo no debe ser una opción sino una experiencia diaria. Debemos ser llenos del Espíritu Santo si queremos agradar a Dios y ganar nuestras batallas diarias. Efesios 5:18 nos manda a ser llenos del Espíritu Santo. El verbo “llenar” que se encuentra aquí proviene del griego “pleroo”, que significa “llenar hasta llenar”. También significa un gran suministro o finalización. Cumplir o ser llenado. Este es el mandato de Dios a nuestras vidas para ser llenos del Espíritu Santo hasta el borde.

“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Efesios 5:18

5.- Sé humilde:

La humildad es el reconocimiento de nuestras capacidades y talentos como un don de Dios, no es una señal de debilidad, timidez o miedo, sino una señal de que sabemos de dónde proviene nuestra verdadera fuerza. Puedes ser humilde, pero también puedes ser audaz y valiente. Jesucristo es nuestro máximo ejemplo de humildad. Durante su ministerio terrenal, siempre reconoció que su fuerza provenía de la dependencia de su padre.

Él dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo… porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”. Juan 5:30

Por Rossmary Valladares

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