Existen diferentes hábitos y características en aquellas personas que siguen a Jesús y viven una vida consagrada para Él. Como cristianos debemos examinarnos y evaluar qué hábitos estamos poniendo por obra y cuáles no, esto no quiere decir que todos tendremos estos hábitos perfectamente desarrollados, sino que debe ser nuestra lucha diaria la de crecer como cristianos consagrados para Dios.
1.- Lee y obedece la Palabra de Dios
Un cristiano que lee y obedece la Palabra de Dios tiene una ventaja ante el enemigo. El conocimiento de ella le capacita para tomar buenas decisiones. Igualmente, estará listo para hacer frente a cualquier tentación, porque tiene la Palabra en su mente y corazón. También será capaz de dar un sabio consejo, guiado por las Escrituras.
2.- Tiene una vida de oración
Es difícil llevar una vida consagrada a Dios sin leer la Palabra de Dios. Dios no puede obrar en nuestras vidas si no pasamos tiempo con Él en oración. La Biblia nos revela cómo hombres y mujeres fueron personas que se dedicaban a orar en cualquier situación. Jesús oró en cada paso de su ministerio. Al igual que Pablo quien siempre oraba para tener la dirección del Señor en su ministerio. Cuando hacemos de la oración un hábito, seremos más sensibles a la voz y guía del Espíritu Santo.
3.- Cultiva los talentos de otros
Dios ha repartido a todos los cristianos dones y talentos para cumplir su propósito en esta tierra. Los cristianos consagrados al Señor se dan cuenta que para crecer necesitan edificar a otros en el cuerpo de Cristo. Salomón dice en Proverbios 27:17 “El hierro se afila, y un hombre aguza al rostro de su amigo”. Por su parte Pablo lo dice así: “sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor».
Podemos ver que el cuerpo se edifica a sí mismo. Cuando yo edifico a mi prójimo también me edifico.
4.- Sirve a otros
En Mateo 20:28 Jesús dijo: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”. ¿Imaginas que Cristo hubiera venido como un rey real con siervos y recibiendo el reconocimiento de todos, tal como él merecía? Pues, hoy tenemos esperanza en el cielo porque Jesucristo entregó su vida por completo al servicio de otros, como expresó Pablo en Filipenses 2:7,…tomando la forma de un siervo”. Un cristiano consagrado a Dios refleja el carácter de Cristo en su vida, ofreciendo su servicio al prójimo con amor y humildad.
5.- Coloca su mirada en las cosas del cielo
A lo largo de nuestro caminar con Dios hemos visto cómo muchos se han alejado y han olvidado su primer amor, y es que algunos se pierden en el camino porque no tenían su mirada con las cosas de arriba. Hay cosas que no parecen peligrosas y en que colocamos a veces toda nuestra atención como: deudas, salud, familia, largas jornadas de trabajo, actividades, entre otras. Sin embargo, estas cosas pueden consumir nuestra atención, energía y eventualmente el alma. Solo debemos recordar que la vida misma y este mundo son temporales, lleno pecado y muerte pero el cielo es vida eterna.
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