5 cosas en las que debes imitar a Jesús

Jesús

Muchas veces nos preguntamos cómo imitar a Jesús y cómo parecernos más a Él. Cada día se nos presentan retos en los que debemos recordar quién es nuestro mayor ejemplo. Por ello debemos tener en cuenta que aunque Jesús enfrentó muchas dificultades, nunca dejó de imitar a su Padre Celestial.

Te invitamos a descubrir estas 5 cosas que debemos imitar de nuestro Señor Jesús:

1. Fe

Jesús nos enseñó sobre la fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A través de la fe podemos creer que para Él todo es posible, que es capaz de perdonar todos nuestros pecados por su sacrificio en la cruz. La fe significa que confiamos en Él con todo el corazón y tenemos confianza plena en que nos ama y sus promesas son reales.

El Señor tiene todo el poder para libertar, sanar, restaurar, levantar a aquellos que de verdad creen. La duda y el temor son contrarios a la fe. Si deseas que tu fe crezca y aumente dedica tiempo a conocerle a Él y sus enseñanzas.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebreos 11:1

2. Esperanza

La esperanza es confiar en que el Señor cumplirá sus promesas. La esperanza de un cristiano está en Dios, pues cree y espera en Él. Cuando tienes esperanza, confías que a través de las pruebas y dificultades el Señor tiene control de todo, tienes la convicción de que todas las cosas obran para bien de aquellos que le aman. En la Palabra se describe como Jesús les hablaba a sus seguidores de la esperanza y de la promesa de la vita eterna.

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11

3. Amor

El amor único y puro de Cristo por sus hijos es difícil de comprender. Si queremos imitar a Cristo debemos esforzarnos por manifestar ese tipo de amor. Cuando ores pide al Señor que te entregue esa capacidad de amar con todos los que te rodean y verás como poco a poco sentirás el interés por ayudar a tu prójimo procurando su bienestar y felicidad. Si hay sentimientos de odio, rencor, envidia, codicia, todo eso se irá de tu vida. El amor de Cristo nos hace entender a otras personas, a ser pacientes con ellos, a ayudarles, a servirles y dar lo mejor de nosotros.

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. 1 Juan 4:9-10

4. Paciencia

La paciencia es la capacidad de esperar sin llegar a desesperarse, enojarse, frustrarse o estar ansioso. Es la habilidad de hacer la voluntad de Dios y aceptar su tiempo. La paciencia está relacionada con la esperanza y la fe, ya que crees que las promesas del Señor se cumplirán. La paciencia se obtiene cuando entiendes que el tiempo de Dios es perfecto y solo Él sabe cuál es el momento indicado para que las cosas ocurran. Cuando eres paciente, eres capaz de resistir las dificultades de manera calmada y sin quejas.

“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Romanos 5:3-5

5. Humildad

Jesús nos enseñó el significado de la humildad por medio de su palabra y su ejemplo. Los cristianos verdaderos y fieles deben anhelar imitar con su vida, palabras y acciones que reflejen la humildad que el Señor nos enseñó.

Sus enseñanzas sobre la humildad son claras y poderosas. Los cuatro Evangelios describen con exactitud aquellos días en los que el Hijo de Dios caminaba entre los hombres viviendo de una manera sencilla. Su vida nos demuestra que en Él no había orgullo, arrogancia, ni vanidad. No hay mayor ejemplo que el que Jesús nos dejó a través de su dependencia total del Padre Celestial.

“Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos”. Mateo 18:3-4

Por Rossmary Valladares

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