El Dr. Elio Masferrer Kan, Antropólogo del ENAH-INAH, acaba de publicar un artículo sobre La religiosidad y los medios en los tiempos del Covid 19, del cual menciona al respecto: es el resultado de un trabajo de largo plazo que los evangélicos en México han hecho en los medios digitales. A continuación el artículo completo:
Las prácticas religiosas de la sociedad mexicana han pasado por una reformulación con motivo de la pandemia. El cierre de la Plaza de San Pedro, La Meca y la fiesta de Pesaj virtual nos mostraron los cambios sustanciales en las tres grandes religiones monoteístas quienes coincidieron y asumieron con gran responsabilidad la seriedad de la situación.
El caso mexicano tiene sus peculiaridades y uno de ellos, como resultado de la compleja relación del Estado Mexicano con la Iglesia Católica y la consolidación de la laicidad del Estado como resultado de la Reforma (1857) y la Revolución Mexicana, es la prohibición del culto público y la prohibición del acceso a los medios de comunicación a las iglesias, que se suavizó con las reformas constitucionales de 1992 y 2013.
El Estado informó a las iglesias que debían cerrar los templos y estas lo aceptaron de mejor o peor grado y con discreción mantienen sus actividades dando servicios religiosos a su círculo más “íntimo”. Una vez más la Iglesia Católica fue la que salió mejor librada pues tuvo un acceso sin restricciones y gratuito a los medios públicos y los evangélicos fueron los más perjudicados pues deben pagar altos costos si desean acceder a los mismos. La pregunta consiste en estudiar que sucedió en la realidad.
El 12 de diciembre de 2017, día de la Virgen de Guadalupe. Alejandro Moreno, el encuestador estrella de El Financiero nos sorprendió con una encuesta según la cual el 70% de los mexicanos creía o festejaba a la Guadalupana. Ahora aborda otras cuestiones relacionadas con el seguimiento por internet o redes sociales de las ceremonias religiosas durante la emergencia sanitaria.
Su conclusión es que el 25% participa de las mismas por este medio y que un tercio de los mayores de 50 años lo hace mientras que en los menores de 50 años y los jóvenes esta “asistencia” disminuye al 23%. El 27% de los católicos participan por este medio y llama la atención que el 44% de los evangélicos aprovechen este recurso, poco menos de la mitad de toda la población de esta religión.
Otro dato importante es que el 9% de los entrevistados asista mas de una vez a la semana a su iglesia, comportamiento común entre los evangélicos practicantes, alrededor del 40% del total.
La encuesta nos muestra dos grandes realidades en materia religiosa, la Iglesia Católica tiene un acceso monopólico y sin restricciones a los medios; los gobernadores les prestan helicópteros y avionetas, pagadas con dinero público, para bendecir las ciudades y sólo una cuarta parte de los católicos asiste en forma virtual.
Su feligresía no está acostumbrada a los medios digitales y los canales y radios católicas, que existen en México violando la ley nunca entusiasmaron a la feligresía. Ante la importancia de la Semana Santa, el 27% de los católicos, donde predominaba la población de la Tercera Edad empleó los medios para seguir con su tradición religiosa.
Al contrario, los evangélicos acceden a medios formalizados y no formalizados en una proporción mayor mostrando más lealtad (44%) a su propuesta religiosa, con un conjunto de prácticas más acordes con las redes sociales y medios digitales, lo cual relativiza la posición “monopólica” del acceso a los grandes medios de la Iglesia Católica. En México a pesar de las restricciones legales existen 250 radios y varios canales de televisión de circuito cerrado evangélicos, sólo la Alianza de Comunicadores Cristianos coordinan 105 radios y 9 canales de televisión y desarrollan estrategias de coordinación con redes de información nacionales e internacionales como CVCLaVoz entre otros.
La gran pregunta esta relacionada con las estrategias para cobrar diezmos y ofrendas de los feligreses, aunque en los tiempos del dinero digital todo es posible.
Elio Masferrer Kan es doctor en Antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH-INAH). Estudió la licenciatura en Historia con especialización en Antropología en la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, y es maestro en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana, México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT, México.
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