3 características de un consolidador

Las iglesias están conformadas por distintos ministerios, como es la alabanza, intercesión, evangelismo, consejería, los servidores que son los que reciben al pueblo de Dios para atenderlo durante su estadía en el templo, el ministerio de niños, adolescentes, jóvenes, en fin, muchos son los equipos que conforman la congregación, pero hay uno que no es menos importante y son los consolidadores.

El ministerio de consolidación tiene que ver con la actividad que realiza la iglesia de hacer discípulo a aquel que es nuevo creyente, cuidar al nacido espiritualmente, atenderlo y guiarlo para que constantemente esté recibido la Palabra de Dios. Normalmente estas personas que van por primera vez a la iglesia reciben de parte de estos consolidadores el primer abrazo.

Uno de los mandatos de Cristo fue “ir y hacer discípulos” y esto también tiene que ver con lo escrito en Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. Los consolidadores deben darle atención a ese nuevo creyente y reproducir en él el carácter de Cristo.

Entre las características que debe tener este servidor destacan:

  1. Responsabilidad: Debe cumplir con lo asignado y debe cumplir con la responsabilidad de velar por esta nueva persona que está creciendo en el Señor. Es decir, no debe el consolidador dedicarse solo a llenar la tarjeta de datos del nuevo creyente, debe ir más allá, no solamente en oración, sino en una atención constante.
  2. Espíritu de Servicio: Un hombre o mujer que integre el ministerio de consolidación debe servir con un corazón dispuesto, sin esperar que le asignen una tarea que ya está dispuesto a realizar. Debe ser diligente y pronta para obrar por los demás.
  3. Profunda Compasión: Debe ser un buen samaritano. Así como Jesús sintió profundo dolor por todos nosotros y murió para darnos vida, el consolidador debe sentir el dolor del prójimo y preocuparse por su bienestar.

Por Andreina Fersaca